El reciente divorcio poco amistoso entre Elon Musk y Donald Trump ha puesto de manifiesto el peligro de desmantelamiento sistemático que viene sufriendo la NASA en los últimos años y el peligro de depender de un único proveedor privado.
Elon Musk quiere la custodia
Como si de un divorcio poco amistoso se tratara, Elon Musk ha salido dando un portazo de la Casa Blanca tras su bronca con el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, llegando a decir incluso que retira la disposición de la cápsula Dragon que actualmente utiliza la NASA para el transporte de material y personal a la ISS.
Estas son las típicas cosas que se dicen en caliente y que después se arrepiente uno de haberlas dicho, dado que a las pocas horas, el propio Elon Musk, dijo que finalmente no lo haría y que mantendría el contrato de la NASA que le aportará este año más de 1.100 millones de dólares a SpaceX, lo cual es una parte reseñable de los ingresos que se esperan este año sean de unos 15.600 millones de dólares. Tema aparte es Tesla, un asunto en el que no vamos a entrar.
Volviendo al tema que nos interesa, la administración de Joe Biden firmó numerosos acuerdos con la empresa espacial de Elon Musk además de proporcionarle numerosos permisos federales y por medio de la FAA para poder llevar a cabo sus diferentes proyectos y lanzamientos. Ahora, el propio Donald Trump ha dicho que «no sabe cómo esos contratos no se han cancelado antes». Cabe también tener en cuenta que SpaceX es una de las empresas que más participación tiene en el futuro desmantelamiento de la ISS.
El peligro de desmantelar la NASA
La reciente pelea entre Trump e Elon Musk ha puesto en relieve la importancia de la NASA y como ha pasado de ser una de las empresas públicas más importantes de los Estados Unidos durante décadas a ser relevada casi a un segundo plano.
El recorte sistemático de su presupuesto ha llevado a la NASA a una situación muy comprometida, siendo una agencia espacial que, desde la retirada de los transbordadores espaciales hace casi 15 años, no ha sido capaz de lanzar una misión tripulada al espacio, teniendo que depender de la agencia rusa o de SpaceX. En 2024, la NASA tuvo una partida presupuestaria de 27.000 millones de dólares, que se redujo hasta los 24.875 millones de dólares para este año y que el próximo año 2026 contará solo con 18.800 millones de dólares, una caída de más del 24%.
Miles de proyectos científicos de todo tipo, misiones y casi el 33% de su fuerza laboral abandonarán la compañía el año que viene en previsión de este presupuesto, lo cual supone uno de sus mayores recortes en la historia. De hecho, se estima que sea el presupuesto más bajo desde comienzos de los años 60, justo antes de la carrera espacial.
Aún queda medio año, por lo que las cosas aún pueden cambiar especialmente después de la pelea Trump – Musk, por lo que podría aprobarse un incremento presupuestario que salve algunas misiones y, sobre todo, preserve la capacidad científica de una de las mayores empresas del planeta que investiga mejoras para todo el mundo.