La compañía nacional moldava ha experimentado una difícil situación los últimos meses, entre periodos de no actividad obligatoria debido a la guerra en Ucrania (país vecino) como problemas económicos y la fuerza que tiene WizzAir en la región.
Ayer, 2 de mayo, la compañía presentó en los tribunales de Chisinau una solicitud de reestructuración de la compañía, que incluye la reestructuración de sus obligaciones financieras. Según la dirección de la propia empresa, los inversores están listos para invertir en la compañía 50 millones de dólares, que aseguraría su viabilidad para los próximos meses, pero esta no puede ser aplicada sin una decisión judicial, dado que los acreedores podrían reclamar ese dinero para el pago de su deuda pendiente.
Por eso, la compañía ha decidido suspender sus operaciones desde el 2 de mayo hasta el 5 de mayo, ambos incluidos, con la esperanza de una decisión expres que posibilite la entrada de nuevo capital, con el objetivo de superar sus problemas financieros.
En el mismo comunicado, la compañía ataca duramente a varios organismos públicos y privados a los que culpa de su situación actual además de, por supuesto, hacer referencia a los problemas de la pandemia del Covid-19 y a la guerra de Ucrania, que han sido fundamentales para terminar de hundir la compañía después de la privatización llevada a cabo en 2018.
Actualmente la compañía opera un único Airbus A320, por lo que parte del dinero de los inversores serviría para hacerse con más aeronaves.