Poner en peligro un vuelo con un comportamiento físico o verbal peligroso o no adecuado, puede suponer la interposición de grandes multas e incluso penas de cárcel. Pero, últimamente las aerolíneas también están tomando cartas en el asunto.
Este ha sido solo el último caso de una larga lista de incidentes protagonizados por pasajeros ebrios a bordo de aviones. En concreto, sucedió el pasado 2 de mayo en el vuelo LS151 entre Glasgow y Dalaman (Turquía) de la compañía Jet2. El avión despegó en hora desde el aeropuerto de Glasgow y tras poco más de dos horas, tuvo que realizar un aterrizaje de urgencia en el aeropuerto de Sofía, Bulgaria.
El motivo fue que uno de los pasajeros se puso sumamente violento (tanto física como verbalmente) con la tripulación y con otros pasajeros, forzando a que la tripulación se viera obligada a desviarse de la ruta. El avión permaneció aproximadamente dos horas en tierra, tiempo durante el cual la policía accedió a la aeronave y detuvo al pasajero, que enfrenta cargos de cárcel. El avión volvió a despegar y aterrizó en destino una hora y 20 minutos tarde.
La aerolínea ha emitido un comunicado reconociendo los hechos y aclarando que el pasajero tendrá a partir de ahora prohibido volar de por vida con la compañía y que además le serán requeridos todos los gastos que su comportamiento ha ocasionado.
Una buena medida pero insuficiente para muchos pasajeros y tripulantes que han visto estos comportamientos más a menudo. Desde hace algún tiempo, se está pidiendo a las autoridades europeas la creación de una No Fly List parecida a la de los Estados Unidos, que lleva en vigor desde poco después de los atentados del 11 de septiembre y que, aunque en un principio fue creada para evitar que terroristas pudieran coger un vuelo, la lista se ha ampliado hasta tener unos 2 millones de integrantes.