Ya es la segunda vez que la EASA amenaza con interrumpir las certificaciones indirectas de los aviones de Boeing en los últimos años.
Relación de cortesía entre la EASA y Boeing
La EASA y la FAA son los dos mayores reguladores aeronáuticos del mundo. Mientras que la EASA certifica sobre todo las actividades de Airbus, la FAA hace lo mismo con Boeing, por supuesto ambos tienen otros productores de aviones a los que vigilar, sin embargo estos son los más importantes.
La lo largo de los años, ambas agencias han desarrollado una buena relación y han reforzado colaboraciones para facilitar los tediosos trámites administrativos a todas las partes implicadas en el sector aeronáutico. Una de esas colaboraciones más destacadas son las llamadas certificaciones de cortesía y aquí caben dos: la certificación de aeronavegabilidad y la certificación individual.
El certificado de aeronavegabilidad es el primero que se le otorga a una nueva aeronave una vez ha completado todos sus vuelos de prueba y la certificación individual es la certificación que se otorga a cada avión en particular una vez que sale de producción y que es necesaria para poder ser entregado a una aerolínea y comenzar su actividad comercial.
La relación entre la FAA y la EASA establece que cada agencia acepta la certificación que emite la otra. Es decir, si la EASA certifica un Airbus A321 (por poner un ejemplo) la FAA acepta dicha certificación como buena y el avión no tiene que pasar una segunda inspección. Esta colaboración ahorra mucho tiempo a los fabricantes y a las compañías y reducen los trámites dentro de las agencias.
Una relación tensa
Sin embargo, la relación entre ambas agencias lleva tensa unos años y, como hemos dicho antes, esta es ya la segunda vez que la EASA amenaza con dejar de aceptar las certificaciones de la FAA, aunque ahora por otra razón.
La primera vez tuvo lugar en el año 2021, cuando el 737 MAX volvió al servicio. Por aquel entonces la agencia europea dijo que evaluaría de forma independiente los cambios realizados en el avión, como al final así ha sido y así han hecho muchas otras agencias a nivel mundial. Esto vino dado porque ya no se fiaban de la FAA porque, cabe recordar, que la FAA delegó el proceso de certificación de los modelos MAX en empleados de Boeing y al final la agencia emitió la certificación de un avión que no estaba listo para volar de forma comercial, con su correspondiente parte de culpa.
Esta vez la razón es diferente, dado que la EASA podría dejar de aceptar las certificaciones individuales, es decir, de los 737 MAX que salen de la línea de producción de Everett. Esto viene, por supuesto, a raíz del incidente del 737 MAX 9 de Alaska Airlines del pasado mes de enero, en el que la FAA certificó ese avión en concreto sin darse cuenta del problema que tenía, permitiendo que se incorporara al servicio comercial.
En una entrevista con Reuters, el director en funciones de la EASA Luc Tytgat, ha dicho que “estarían dispuestos a dejar de reconocer las aprobaciones estadounidenses de aviones Boeing”. Si esto finalmente ocurre, todos los aviones que se fabriquen tendrán que obtener una doble certificación si van a volar en territorio europeo, es decir, tanto si son de aerolíneas americanas que los usan en algún territorio europeo o si serán empleados por aerolíneas europeas.