Un 787 de ANA da media vuelta porque un pasajero ha mordido a una TCP

Un Boeing 787 de ANA (All Nippon Airways) tuvo que dar media vuelta sobre el océano Pacífico y regresar al aeropuerto de Haneda en Tokio debido a que un pasajero mordió a una TCP.

Un pasajero violento a bordo del 787 de ANA

Un desgraciado y a la vez penoso incidente ha tenido lugar el pasado 16 de enero a bordo de un Boeing 787-8 de ANA que se encontraba realizando el vuelo NH118 de la compañía entre el aeropuerto de Haneda en Tokio y el aeropuerto de Tacoma en Seattle. 

JA814A, Boeing 787-8, All Nippon Airlines, Hong Kong

Cuando el Boeing 787-8 con matrícula JA814A de ANA llevaba apenas una hora en el aire, la tripulación solicitó dar media vuelta y volver al aeropuerto de origen, sin necesidad de declarar emergencia y sin tener prioridad para el aterrizaje. La misma tripulación solicito la presencia de la policía en la puerta de embarque del aeropuerto.

La vuelta se debe a que un hombre de nacionalidad norteamericana de 55 años (no es Mike Tyson) mordió en el brazo a una TCP, lo que le causó una herida leve. El resto de la tripulación inmovilizó al pasajero y lo ató al siento durante el resto del vuelo. Tras casi 3 horas en el aire, el avión volvió a tocar pista en el aeropuerto de Haneda. 

Gente que no debería volar

La compañía ha comunicado que el pasajero se encontraba bajo los efectos del alcohol, en profundo estado de embriaguez, aunque el hombre declaró que no se acordaba de nada en el interrogatorio policial pues, según él, había tomado una pastilla para dormir. 

Boeing 787-9 de ANA despegando.
Boeing 787-9 de ANA despegando.

Debido a la vuelta del avión a Haneda, la tripulación se quedó sin horas de disposición, por lo que el vuelo hacia Seattle se tuvo que retrasar hasta encontrar a una nueva tripulación que pudiera realizar el trayecto de aproximadamente 8 horas y media. Finalmente el vuelo llegó a Seattle con aproximadamente 19 horas de retraso respecto al horario previsto originalmente. 

Y es precisamente por este tipo de actos, que provocan una situación innecesaria con la tripulación y pérdidas económicas y molestias a la compañía por la que debería existir alguna forma de prohibir a los pasajeros conflictivos volar por determinado tiempo o para siempre, dependiendo de la gravedad de sus actos. Pues precisamente estos actos incívicos no se han de aceptar a bordo de los aviones (y en ningún lado, todo sea dicho de paso).

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