Hoy, 29 de octubre, se cumplen 5 años del primer accidente de un avión de la familia MAX, la última y más reciente versión del popular avión de fuselaje estrecho Boeing 737.
Vuelo Lion Air 610
El vuelo siniestrado era el número 610 de la compañía de bajo coste Lion Air. El avión, un 737 MAX8 con matrícula PK-LQP se estrelló 13 minutos después de despegar desde el aeropuerto Internacional de Soekarno – Hatta, en Tangerang (Indonesia) con destino al aeropuerto Depati Amir, en Pinang.
El avión cayó al mar de Java, matando en el acto a los 181 pasajeros y a los 8 miembros de la tripulación que se encontraban a bordo, convirtiéndose así también en el accidente más mortal producido hasta la fecha en el que se ha visto involucrado un Boeing 737.
En un principio se pensó que el accidente se pudo haber debido a problemas de la compañía o de la formación de los pilotos, una compañía que ya había tenido otros accidentes en el pasado. Pero esto se descartó cuando se realizó la investigación oficial. Además, el avión involucrado en este accidente tenía poco más de dos meses en el momento del siniestro, por lo que era prácticamente nuevo.
El principio de los problemas de Boeing
Las autoridades indonesias encontraron pocos días después y comenzó la investigación de la NTSC de Indonesia con la colaboración de la FAA y Boeing.
Finalmente se declaró que el accidente había sido causados por problemas serios en los controles de vuelo del avión, que ya habían dado problemas en vuelos anteriores. Además, el avión presentaba fallos en uno de los sensores de ángulo de ataque (AoA) y en el sistema MCAS, que tomaba el control del avión si detectaba una inclinación del mismo excesiva tanto hacia arriba como hacia abajo, incluso por encima de los comandos del piloto.
Estos factores unidos a una formación incorrecta sobre el funcionamiento de estos sensores a los pilotos, causaron que el avión se volviera ingobernable, siendo su accidente casi inevitable. En este enlace se pueden consultar las recomendaciones de la NTSB sobre estos modelos.
A partir de ahí comenzaron una serie de problemas para Boeing que dañarían su nombre para siempre, dejando pérdidas de casi 100.000 millones de dólares en el fabricante entre pedidos cancelados, indemnizaciones y ventas que no se han producido como consecuencia de los dos años que estuvo en tierra este modelo y que apenas ahora está recuperando su ritmo de producción, después del rediseño del software por parte de Boeing.
Actualmente el avión no ha vuelto a tener problemas relacionados con este aspecto y ya han sido certificadas las variantes MAX 8, MAX9 y MAX8-200, con más de 1.300 unidades entregadas y casi 6.000 unidades pedidas. Además, la certificación del MAX7 se espera para antes de final del año y la del MAX10 para el primer semestre de 2024.