Siempre que se esté sentado, hay que ponerse el cinturón de seguridad. Es una regla no escrita para nuestra seguridad. Por desgracia, Niko había ido al baño a bordo del 787-9 de Air New Zealand cuando el avión se encontró con una turbulencia de aire claro.
7 Horas a bordo de un 787-9 de ANZ
Todo sucedió el pasado martes 16 de abril a bordo del vuelo NZ65 de Air New Zealand, un vuelo regular de la aerolínea operado por un 787-9 entre Denpasar (Bali) y Auckland, un vuelo con una duración media de unas 7 horas y 30 minutos. El vuelo despegó según estaba previsto y sin ninguna incidencia, mientras la tripulación se preparaba para servir el primer servicio de comida a bordo.
Mientras el avión ya estaba en altitud de crucero, Niko de 47 años se levantó para ir al servicio, algo que pudo hacer tras apagarse la señal de cinturones. A la vuelta, el avión sufrió una repentina y brusca turbulencia de aire claro. Niko se rompió la tibia y el peroné, según ha desvelado el New Zealand Herald. Durante las siguientes 7 horas de vuelo hasta Auckland, Niko permaneció con unos fuertes dolores debido a la rotura, que prácticamente le rompió la pierna en dos mitades.
A bordo se encontraba un médico que asistió al pasajero afectado, pero solo con los medicamentos que estaban disponibles en el avión que, por supuesto, no eran suficientes ni los indicados para tratar semejante dolor. La tripulación de cabina liberó varios asientos para que Niko pudiera ir tumbado el resto del vuelo.
Un viaje a Nueva Zelanda en el hospital
A la llegada del 787-9 de Air New Zealand a Auckland, estaba esperando un equipo de médicos que atendió al pasajeros en el lugar antes de trasladarlo a un hospital cercano donde ha recibido atención sanitaria y ha sido intervenido quirúrgicamente, si bien puede necesitar más operaciones.
Desde la aerolínea ya han confirmado al New Zealand Herald que se trato, efectivamente, de una turbulencia de aire claro, un tipo de turbulencias que no se pueden predecir y que suelen ser de corta duración pero de gran intensidad, siendo realmente peligrosas para los pasajeros y las tripulaciones a bordo que pueden sufrir heridas al golpearse con los objetos de la cabina o por sufrir caídas. Cabe destacar que este tipo de turbulencias no son peligrosas para el avión.
Desde la aerolínea han recalcado que la tripulación estuvo en contacto en todo momento con la compañía de asistencia sanitaria global que trabaja con Air New Zealand. No hubo más afectados por esta turbulencia en el vuelo ni entre los pasajeros ni entre la tripulación. Cabe destacar que en este aspecto la aerolínea no puede ser imputada como culpable puesto que, como hemos dicho antes, este tipo de turbulencias no se pueden prevenir, por lo que no se puede avisar al pasaje de que van a ocurrir.