Boeing ha recibido una presión más por parte de la FAA y esta vez con un plazo de ejecución muy corto, pero lo excepcional de la situación así lo exige.
La FAA aprieta a Boeing
Mike Whitaker, el administrador general de la FAA ha mantenido una reunión presencial con el CEO de Boeing, David Calhoun y todo su equipo, incluido el equipo de seguridad, la nueva directora del programa 737 MAX que apenas lleva unos días en el cargo y el nuevo consultor de calidad contratado por Boeing.
El punto de inflexión, más que de sobra conocido por todos: el incidente del Boeing 737 MAX 9 de Alaska Airlines de principio de año. Ese grave incidente desencadenó un tsunami de reacciones en contra del constructor norteamericano y su control de calidad, prácticamente inexistente según algunas voces discordantes con la compañía arraigada en Seattle. La puesta en tierra de los MAX 9 durante 3 semanas ha sido otro grave mazazo para Boeing y su imagen, que estaba recuperando poco a poco durante los últimos años.
90 días de plazo
Según Whitaker, Boeing tiene que realizar mejoras en sus procesos, reales y profundas, que lleguen a todos los niveles de la fabricación de los aviones desde los primeros procesos en los subcontratistas hasta que los aviones realicen sus primeros vuelos.
Por eso, el fabricante norteamericano tiene ahora solo 90 días de plazo para presentar a la FAA un plan integral de mejora de los procesos de fabricación de los aviones. Además, debe describir y aplicar los pasos necesarios para realizar una mejora verdadera en el control de calidad de los procesos, algo a lo que Boeing se comprometió hace 5 años después de los dos accidentes mortales que involucraron dos 737 MAX 8. Dicho informe tendrá que ser entregado a la FAA para su aprobación e incorporación al expediente del MAX 9 de Alaska y a la auditoría.
Whitaker dijo que la parada de un día en la producción para repasar los sistemas de seguridad y control le ha dado a la compañía una imagen clara de lo que tiene que hacer y Calhoun, por su parte, ha dicho que el equipo está listo para afrontar con éxito este desafío. Y lo cierto es que no les queda de otra, pues la confianza de las aerolíneas y el público está por los suelos y la compañía está siendo sometida constantemente a un escrutinio público por parte de numerosos sectores de la sociedad.