Hoy, 28 de abril, se cumplen 36 años del accidente del vuelo Aloha 243 de Aloha Airlines, un auténtico milagro de la aeronáutica por el estado en el que quedó el avión y cómo pudo seguir volando hasta aterrizar.
Vuelo y avión de Aloha Airlines
Hoy nos remontamos al 28 de abril, pero del año 1988. Ese día, el Boeing 737-200 con matrícula N73711 de la ya desaparecida aerolínea Aloha Airlines se disponía a realizar otro de sus muchos vuelos diarios, en este caso el Aloha 243 entre el aeropuerto de Hilo y el aeropuerto internacional de Honolulu, en Hawái.
El archipiélago de Hawái está formado por numerosas islas pobladas, separadas entre sí por poca distancia pero con una gran demanda. Para realizar estos vuelos se emplean aviones generalmente a reacción, desde los Boeing 737, 727, DC-8, MD-80, etc. Aquel día el vuelo iba a ser realizado, como ya hemos dicho, por el 737 con matrícula N73711.
Este 737 fue el número 152 fabricado por Boeing y uno de los primeros serie 200. Realizó su primer vuelo el 28 de marzo del año 1969 en Boeing Field. Un poco más tarde, el 9 de abril de ese mismo año, el avión fue entregado a Aloha Airlines con su matrícula definitiva y nombrado como King Kalaniopuu. En 1981 y en 1982 estuvo brevemente alquilado a Air California (más tarde AirCal) pero siempre mantuvo su matrícula.
Demasiados vuelos
Como hemos dicho antes, los vuelos entre las islas son muy cortos y suelen realizarse muchos de ellos al día. De hecho, en el momento del accidente, el avión solo tendía 35.496 horas de vuelo lo cual no es mucho para un avión de 19 años, pero tenía 89.680 ciclos, es decir, despegues y aterrizajes, mientras que el fabricante marcaba su vida útil en unos 75.000 ciclos.
A las 13:25 (hora local) del 28 de abril, el 737 de Aloha Airlines despegó con 90 pasajeros y 5 miembros de la tripulación a bordo. 20 minutos después de levantar el vuelo, el avión ya se encontraba a su altitud de crucero de solo 24.000 pies debido a que el vuelo era muy corto. En ese momento, se produce una descompresión explosiva de la cabina, debido a que un tercio del fuselaje superior del avión sale desprendido del avión de forma repentina. Por suerte sin afectar a los controles situados en la cola.
La cabina de vuelo queda unida al resto del avión solamente por la estructura de la parte baja del avión, de la bodega de carga. Los pilotos en este momento desconocen los daños sufridos, solamente saben que ha habido una descompresión en la cabina, por lo que solicitan un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Maui. Los pasajeros quedan expuestos a un aire no respirable debido a su baja presión y a unas temperaturas de entre -20 y -30 grados centígrados.
Finalmente los pilotos consiguen posar el 737 de Aloha Airlines en Maui, a pesar de que la cabina había quedado ligeramente más baja que el resto del fuselaje y los controles de vuelo también estaban dañados. Solo cuando estaban en tierra se dieron cuenta de las dimensiones de lo sucedido. Además y por desgracia también pudieron constatar que la sobrecargo Clarabelle Lansing de 58 años no se encontraba a bordo, dado que salió despedida cuando se produjo la descompresión. Su cuerpo nunca fue encontrado. También se produjeron 65 heridos, 7 de ellos graves aunque todos se recuperaron.
La principal hipótesis del accidente del vuelo Aloha Airlines 243 es que el avión habría sufrido fatiga de materiales debido a los muchos ciclos de vuelo que tenía realizados hasta ese momento. Un ciclo de vuelo significa que el avión se expande y se contrae por la diferencia de presiones entre la cabina y el exterior del avión, lo que provoca el movimiento de los metales. Con el tiempo, vibraciones excesivas provocaron que este fenómeno se viera incrementado hasta que el 28 de abril el fuselaje sufrió un colapso.